Los científicos que hacen experimentos con ratones saben que si meten animales sanos en un recipiente de agua, como una piscina a escala, intentan nadar, mantener la cabeza a flote y salvar la vida. Sin embargo, en un ensayo con unos ratones transgénicos específicos, en cuyo cerebro se expresa en demasía una proteína denominada Tau, los investigadores han constatado que esos roedores se abandonan, no se esfuerzan por sobrevivir, no hacen nada cuando se están ahogando, han perdido todo interés. Comer sí que comen, pero sin especial afán por el alimento. Es un comportamiento depresivo que ha sorprendido a los científicos, un equipo de expertos en Alzheimer del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
Las proteínas Tau, que en condiciones normales están implicadas en la constitución del armazón de las neuronas, se convierten en uno de los daños clásicos del cerebro de quienes padecen Alzheimer al formar ovillos que llenan las células de regiones concretas del cerebro hasta matarlas. El otro elemento clave de la enfermedad son las placas.
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